Aún con mocos, retomamos el ritmo de trabajo.
Por Barcelona bien, gracias, la exposición quedo mejor que bien, la verdad es que no puedo ocultar que me emocioné enormemente cuando el jueves por la mañana entré en el recinto del Salón y me tope con el maravilloso montaje que hicieron para mi exposición. (Desde aquí quiero agradecerle a Guibo y a toda la gente que participó en la elaboración del espacio su estupenda labor, poco más puedo decir: chapeau y GRACIAS!!!)
El montaje de la expo consistía en recrear la propia "Tetería del Oso Malayo", y en las paredes de los pasillos que albergaba en su interior se encontraban mis originales, la verdad es que se me encogió el corazón cuando crucé la puerta de esta imponente tetería en 3D y paseé por ella.
Aquí os dejo unas cuantas fotos de la exposición:






Y en este link que me han pasado -gracias, Alexis!- podéis ver algunas más (incluida sesión de firmas).
En las sesiones de firmas también muy bien; ni un solo minuto de descanso, colas importantes y gente la mar de simpática en ellas todos los dias, así da gusto tirarse dos horillas dibujando como un loco.
Entre las múltiples curiosidades que me ocurrieron en las distintas sesiones de firmas, comentar dos que en especial me resultaron emocionantes; una en la tarde del viernes cuando se me ocurrió sacar una botella de licor café en el stand de Astiberri durante mi sesión -quizá inconscientemente debido a que me tocaba firmar codo con codo con Frederick Peeters, y me causaba bastante respeto debido a que me parece un autorazo como la copa de un pino, pese a todo resultó ser un tío la mar de majo y agradable, y muy simpático- del viernes, ofreciendo un chupito del néctar negro a todo aquel que se acercara a que le dedicara uno de mis libros y aluciné al ver como la botella duró menos que un mal suspiro, ciertamente, el power ourensano no conoce fronteras y arrasa allí por donde pasa.
Y la segunda, y no menos importante, la emoción que me invadió la mañana del viernes mientras me encontraba en otra de mis sesiones firmando y aparecieron por sorpresa mis padres -a quien hacia bastante tiempo que no veía- en el recinto del Salón. Lo siento, de verdad, por las personas a las que les hice dibujos esa mañana de viernes, porque tras el sorpresón me temblaba tanto la mano que debí de hacer unos dibujos bastante lamentables, cosas del corazón y del directo.
También estuvo genial reencontrarme con un montón de gente del mundillo que casi solo puedo ver en eventos como estos y conocer a gente tan fantástica como Luis Bustos, Miguel Gallardo, Pere Joan o Enrique Fernández, entre otros que me dejo en el tintero...o con amigos que hacía tiempo -quizá demasiado- que no veía, como Roi, Marta, Emilio o Xiana.
Lo pasamos genial brindando por los éxitos de Paco o brindando porque sí con Sagar, tomando un copazo en el bar del hotel con Max o unos idems con Vermut, y fue un placer charlar con Amaro e Iván Ferreiro, que me parecieron dos tipos realmente fabulosos y excelentes personas.
Cerré algún que otro trato editorial para los próximos dos años, me emborraché, compré tebeos en Freaks y Arkham, y hasta tuve tiempo libre -cosa imposible en otros años de Saló- para visitar Barcelona a la luz del día. Y, a dia de hoy, me dan a conocer el dato de que el nuevo nº de Barsowia, el 11, ha sido el título más vendido durante el Salón, de los que estaban disponibles a la venta en el stand de venta de cómic gallego -Para que luego algún que otro "infausto" comisario vaya diciendo por ahí que Barsowia es una publicación que solo leen cuatro gatos...-
La verdad, no tengo queja, sino todo lo contrario, de esta última edición; me imagino cuatro años atrás, cuando acudí por vez primera al Salón, con una carpeta en donde llevaba las páginas recién terminadas de "Donde nadie puede llegar" sin saber todavía que iba a ser premiada con el Castelao, miedo en las tripas, cuatro duros en el bolsillo, el corazón medio roto y una emoción desbordante y contagiosa, y me veo ahora, escribiendo sobre tantas cosas que me han pasado este año y casi no puedo creerlo.
Recuerdo que en esa primera incursión, cuatro años atrás, mi padre me pagó el billete de avión porque yo no tenía ni para pipas, y tan solo puedo decir GRACIAS por invertir tan bien ese dinero, papá, no cayó en balde el viaje y fruto de ello son las lineas que, ahora mismo, me dispongo a concluir.
Feliz comienzo de semana a todos, seguimos trabajando.
Y de regalo, unas cuantas fotos de esas que jamás deberían publicarse en un blog:



Chim-pún!!!